Estas son las alteraciones internas del organismo que afectan directamente la salud y estructura del tallo piloso.
Son de origen interno, relacionado con procesos biológicos y hormonales.
Principales causas:
1. Envejecimiento
A partir de los 40 años se reduce la actividad de los queratinocitos en el folículo piloso, lo que afecta la producción de queratina y lípidos naturales.
Disminuye la actividad de las glándulas sebáceas, lo que provoca menor lubricación natural del tallo capilar y mayor resequedad.
El cuero cabelludo está más seco y el tallo se encuentra sin protección hidrolipídica.
Las canas, resultado de la pérdida de melanina por senescencia de los melanocitos foliculares, presenta una estructura más porosa y son más frágiles y quebradizos debido a alteraciones en la organización de la cutícula.
La expresión genética relacionada con la proliferación celular y el ciclo folicular está disminuida, prolongando la fase telógena (reposo).
2. Alteraciones y desequilibrio hormonal
El aumento de la actividad de la enzima 5α-reductasa convierte la testosterona en dihidrotestosterona (DHT), que se une a receptores androgénicos en la papila dérmica, reduciendo el tamaño del folículo piloso y provocando miniaturización capilar (alopecia androgénica).
Además se incrementa la secreción sebácea por la actividad de esta misma enzima pero con una modificación en la composición lipídica, que hace que el tallo capilar no pueda lubricarse correctamente.
La caída de estrógenos postparto y durante la menopausia, conlleva a una proporción de cabello en fase telógena, lo que tiene un efecto trófico sobre el folículo piloso, en la que la fibra está debilitada y reduce su diámetro.
El hipotiroidismo se asocia a cabellos secos, quebradizos y de crecimiento lento; el hipertiroidismo puede generar una caída difusa del cabello.
Las hormonas tiroideas modulan la expresión genética relacionada con los procesos de queratinización.
3. Nutrición deficiente
La deficiencia de ciertos aminoácidos esenciales afecta directamente sobre la síntesis de queratina, especialmente los aminoácidos metionina, lisina y cisteína.
Este déficit afecta a la fuerza y resistencia del cabello.
La falta de hierro, necesario para la actividad de ciertas enzimas como la ribonucleótido reductasa, limita la proliferación de células madre en el bulbo piloso.
El zinc es un cofactor de metaloproteinasas y enzimas antioxidantes involucradas en la regeneración celular.
Su déficit hace que el cabello tenga un aspecto seco y opaco y algo más quebradizo.
Vitaminas como la biotina, niacina y la vitamina D desempeñan roles clave en la salud del folículo piloso.
Debilitan la estructura capilar y la renovación del folículo.
4. Estrés crónico
El estrés prolongado eleva los niveles de cortisol, que afecta negativamente al ciclo capilar acelerando el paso de la fase catágena a la fase telógena prematura (efluvio telógeno).
Los radicales libres formados por el estrés oxidativo pueden dañar la estructura del ADN en las células del bulbo piloso, acelerando la apoptosis celular.